El «Casi» Cierre de TikTok en USA: Un Drama que Huele a Dinero y Musk

Por los mares del ciberespacio navega una nueva tormenta que amenaza con hundir el galeón de TikTok en las aguas norteamericanas. ¿El motivo? Las sospechas de espionaje chino que no dejan de rondar como tiburones hambrientos. Pero, ¡ahoy!, esto no es más que teatro político con un final que ya podemos adivinar: un acuerdo «in extremis» que salvaguarde la app —y de paso, engorde los bolsillos de algún magnate que su nombre empiece por E y acabe por K—. Y lo mejor de todo es que esto ocurre bajo la administración Biden, dejando un regalo envuelto en papel de controversia para cuando Donald Trump recupere el poder (si los astros MAGA alinean su camino). En ese caso, la trama promete nuevos episodios llenos de demagogia, y no nos sorprendería que Musk, con su incansable afán por expandir su imperio, decida comprar TikTok, McDonald’s y hasta Disneylandia en un solo cheque. ¡Imaginad el titular!: «La hamburguesa de Elon: Saludable, Segura y Patriótica que come hasta Mickey Mouse». Por supuesto, en ese preciso instante, comer fast food sería un acto de alto civismo, avalado por todos los informes «independientes» que sus empresas podrían encargar. Y TikTok, bajo su mando, pasaría a ser no solo la app favorita para bailes virales, sino también el nuevo baluarte de la libertad y seguridad americana. Como siempre, la hipocresía nunca falla.

El Ultimátum: Rendirse o Perecer

La administración de Estados Unidos lleva meses amenazando con prohibir TikTok si no cede su control mayoritario a una empresa estadounidense. La excusa oficial es proteger los datos de los usuarios y la seguridad nacional, una narrativa repetida tantas veces que ya suena como un disco rayado. Pero, ¡vamos! Todos sabemos que esto huele más a proteccionismo disfrazado que a patriotismo. El «preocuparse» por los datos de los ciudadanos es un cuento que ni siquiera Google, Amazon o Meta intentarían colar con tanta desfachatez. Al fin y al cabo, ¿quién no querría un pedazo de ese pastel—un pastel cuyo glaseado está compuesto por datos, anuncios personalizados y, claro, montones de billetes verdes?

La hipocresía es evidente: Google lleva décadas rastreando a los usuarios por toda la red con cookies que parecen galletas hechas por el diablo, Facebook hizo lo suyo con Cambridge Analytica, y Microsoft… bueno, hasta sus actualizaciones parecen espías disfrazados de «ética corporativa». Pero eso no importa, porque tienen la bandera americana ondeando detras. Y claro, si ya vieron a Trump empuñar la prohibición como un ariete contra Huawei, saben que esta estratagema tiene posibilidades reales de exito.

En realidad, lo que buscan no es otra cosa que colocar a TikTok bajo el control de una «firma de confianza» americana, lo que traducido significa: alguien con las mismas prácticas cuestionables, pero con una página de relaciones públicas más habilidosa. Cuando Musk—o algún otro magnate disfrazado de salvador—entre en escena, no solo salvará a TikTok de sus «males»; también salvará la seguridad nacional, el capitalismo americano y, de paso, redondeará un excelente trimestre fiscal.

Y recordad: todo esto sin que nadie se pregunte por qué Alexa puede saber lo que desayunaste hace tres días, o por qué Google sabe que estás planeando un viaje antes de que se lo digas a tu familia. Pero no pasa nada: como esas empresas tienen la bendición de ser «de casa», todo se perdona. Sí, todo esto apesta a hipocresía… una hipocresía bien envuelta y lista para ser vendida al mejor postor.

La Oferta que No Podrán Rechazar

El desenlace parece tan claro como el día: ByteDance, la compañía matriz de TikTok, tendrá que ceder el 51% de sus acciones en la región. ¿Y quién será el caballero de brillante armadura que llegue a «salvar» la situación? Apostamos lo que queráis a que será alguna empresa americana ligada a Elon Musk. ¿Por qué no? Con Twitter convertido en su patio de recreo, su cohete estrellado (pero mediático) y su influencia disparada al espacio —literalmente—, el ¡épico magnate podría decidir que ya es hora de dominar también los bailes virales.

Y cuando Musk entre en escena, preparaos para una narrativa tan surrealista como hilarante. Porque, en el momento en que ponga un pie (o un Tesla) en TikTok, los bailes dejarán de ser espionaje y pasarán a ser «expresiones de libertad», avalados por informes «independientes» encargados por su propio equipo de PR a una empresa de fact-checker «independientes» o a 200.000 bots de Twitter, perdon X. Pero eso no es todo. Imaginadlo también comprando McDonald’s. De repente, las Big Macs serán «la solución sostenible para el hambre mundial» y la Coca-Cola podrá llevar la etiqueta de «bienestar orgánico». Y si se hace con Disneylandia, seguro que anuncia que Mickey Mouse ahora corre con energía solar. Porque cuando Elon toca algo, no sólo se «mejora»: también se convierte en el nuevo símbolo del sueño americano.

La ironía en todo esto es que, mientras los magnates cambian las reglas del juego, los políticos se pelean por sus «victorias» de cara al público. De momento, esto sigue siendo herencia de la administración Biden, pero no nos equivoquemos: cuando Trump vuelva al ruedo (porque, vamos, no nos hagamos ilusiones), podríamos llegar a ver un TikTok versionado para MAGA, con filtros que pongan sombreros de cowboy y textos de «Make America Great Again». El mismo Trump que quiso prohibirlo hace unos años ahora podría proclamarlo como un triunfo de su agenda, con Musk como su socio en este espectáculo de proporciones titánicas. ¡Digna de serie en streaming!

En resumen, ByteDance está atrapada entre la espada de la política y la pared del capitalismo, y la pregunta no es «si» esto va a pasar, sino «cuándo» y «qué memes nos dejarán». Y recordad: el oro, los datos y la narrativa siempre van en la misma dirección… hacia los bolsillos de unos pocos.

¿Es Realmente un Problema de Seguridad?

Claro, claro. Como si TikTok fuese el primer gigante tecnológico en recopilar datos masivamente. Todas lo hacen: Google, Amazon, Meta… y hasta Microsoft tiene lo suyo. Solo hace falta recordar a Facebook y su escándalo de Cambridge Analytica, que convirtió las elecciones en una feria de manipulación, o a Alexa, que escucha más que un cotilla en una telenovela. Incluso Google, el «rey de los datos», ya ha tenido que enfrentarse a multas por su incontrolable ansia de recopilar información. ¿Y ahora vienen con que TikTok es el malo de la peli?

Lo que realmente molesta aquí no son los datos, sino la bandera que los respalda. Si los mismos algoritmos bailaran al son de «Stars and Stripes Forever», todo sería diferente. Pero claro, el botín lleva etiqueta china, y eso saca lo peor del manual político americano. Ya lo vimos antes con Huawei, cuando Trump decidió que la mejor manera de «proteger» a Estados Unidos era prohibir sus dispositivos y cortarles el acceso a tecnología clave. Porque, ¿qué mejor manera de proteger al país que bloquear móviles y routers? Eso sí, las puertas traseras en otros productos americanos, como los sistemas de vigilancia global de la NSA expuestos por Snowden, ni se mencionan. El doble rasero es tan descarado que Times Square debería tener un cartel gigante de «Made in Hipocresía».

Y no olvidemos los intentos de Estados Unidos de hacer lo mismo en otras ocasiones. En 2020, presionaron a Oracle y Walmart para que adquirieran partes de TikTok, una jugada que quedó en nada pero dejó claro que el verdadero objetivo era hacer caja. Mientras tanto, el patriotismo digital sigue siendo la excusa perfecta para intervenir en lo que les convenga. Huawei se convirtió en el villano público número uno sin una prueba contundente de espionaje, y lo mismo puede decirse de muchas empresas chinas que han tenido que lidiar con la paranoia geopolítica de Washington.

Lo más gracioso de todo es que, si Elon Musk «decide comprar TikTok» (con unas comillas muy grandes), la narrativa cambiaría en un abrir y cerrar de ojos. De repente, y sin tocar un byte de código (excepto poner la empresa de Musk que lo controlara), sería la aplicación más segura y «patriótica» del mundo, digna de ser promovida en cualquier discurso presidencial. ¡Qué conveniente, ¿verdad? Como si una compra de acciones pudiese exorcizar los «espías chinos» y bendecir el algoritmo con estrellas y barras. A este paso, Elon podría proclamarse santo de los datos «libres» y nadie parpadearía. San Elon Musk… y todos los MAGA agradecidos y los no tan MAGA a joderse. Mientras tanto, Alexa seguirá escuchando, Google seguirá espiando, y nosotros seguiremos dandole los datos a Meta, incluso nuestras fantasias mas privadas usando Guasap… Pero sin dudarlo, seguiremos siendo los piratas que navegamos en un mar de hipocresía y datos vendidos al mejor postor.

El Acuerdo de Última Hora

Cuando el reloj esté a punto de dar la última campanada, ByteDance hará una concesión —tal vez incluso premeditada desde el principio— y una firma americana se hará con el 51% de TikTok USA. Los políticos celebrarán su «victoria», y Musk, que probablemente ya habrá estado afilando los dientes para este acuerdo, aprovechará para sumar otra joya a su corona empresarial. Y no será algo improvisado: él sabía que este momento llegaría y que, con un par de tweets crípticos y un guiño mediático, podría convencer al mundo de que TikTok será el nuevo baluarte de la seguridad digital estadounidense, eso sí, bajo su estandarte. La pregunta es… ¿le cambiará el nombre así a lo tonto como hizo con Twitter por T.com? ¿O quizá adapte CapCut, la app de edición de videos de ByteDance, como un recurso online para X? Imaginad un ecosistema completo donde todo lo «creativo» sea absorbido por la «X» mágica de Musk. Mientras tanto, nosotros, los piratas de a pie, veremos cómo el juego de poder sigue su curso, con la certeza de que Musk siempre juega a ganar. Todos sabemos que la idea de Musk, desde que compró el dominio x.com y lo usó con PayPal, era hacer lo que está haciendo ahora: un megaportal con muchos servicios. Ya ha metido Twitter, ha añadido una IA (nacida del cabreo porque lo echaron de OpenAI), y reconozcámoslo: le quedaría perfecto incorporar CapCut a X y hacer lo propio con TikTok. Claro que surge la gran incógnita: ¿cómo encajará esto? Porque mientras X se ha convertido en un campo de batalla digital lleno de gresca y discusiones acaloradas, TikTok sigue siendo una inocentada para niños y bailes virales.

Pero si algo sabemos de Musk es que no tiene miedo a los retos. Capaz es de convertir TikTok en un «hub» de debates sobre cohetes y criptomonedas, mientras deja los bailes para una sección de «arte postmoderno interactivo». Y quién sabe, quizás su próximo tweet sea algo como: «Revolucionando el entretenimiento, un paso de baile a la vez. #Xtok». Seguramente lo convertirá en la sección para menores de 14 años dentro de X, rebautizándolo como algo rimbombante tipo «X Kids». Y no os sorprenda si los bailes virales acaban etiquetados como «entrenamiento físico gamificado» y las tendencias de maquillaje se promocionan como «aprendizaje artístico avanzado para jóvenes talentos». ¡Elon siempre sabe cómo darle la vuelta a las cosas y hacer que suenen futuristas y necesarias!

Conclusión: El Juego de Siempre

En esta novela de intrigas, no olvidemos que lo único que de verdad importa es el oro. No la seguridad, no los usuarios, no la libertad digital. Solo los billetes. La trama es un teatro burlesco, con grandes corporaciones haciendo malabares para quedarse con el botín. Mientras los políticos cacarean sobre «seguridad nacional», los magnates ya tienen el champán listo para celebrar quién se lleva la parte más jugosa del pastel. ¿La privacidad de los usuarios? Eso no preocupa a nadie desde que empezamos a regalar datos como caramelos en Halloween.

Por supuesto, si Elon Musk termina siendo el «héroe» de esta historia, el circo digital estará completo. Nos imaginamos titulares como: «San Elon Musk salva la libertad digital» o «El algoritmo se vuelve patriótico bajo las estrellas y barras». Pero no nos engañemos: todo se reduce a billetes verdes y acciones al alza. Al menos, eso sí, tendremos memes para rato y alguna que otra carcajada a costa de esta tragicomedia.

¡Salud, camaradas! Que los algoritmos os sean favorables, la ironía nunca os abandone y siempre llevéis vuestro parche de pirata bien puesto mientras navegáis por este océano de hipocresía y datos vendidos.

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