Trump-Musk, Departamento de «des»Eficiencia

Elon Musk y Donald Trump sonrientes en un despacho con la bandera de Estados Unidos al fondo y billetes de dólar flotando en el aire.

La Toma de Posesión de Trump y el ‘Chiringuito’ de Elon Musk: Una Alianza Inquietante

Con la reciente toma de posesión de Donald Trump, el mundo asiste a una nueva temporada de espectáculo político. Este regreso no solo promete un sinfín de controversias, sino también la creación de estructuras de poder paralelas que, más que mejorar el sistema, parecen hechas a medida para unos pocos privilegiados. En el centro de esta red emerge Elon Musk, un maestro en navegar las aguas del capitalismo de connivencia, quien ha sido elegido para liderar el flamante Departamento de Eficiencia Gubernamental, una entidad que suena más a un guiño irónico que a una institución seria.

Un Departamento Diseñado para el Caos

El Departamento de Eficiencia Gubernamental (Government Efficiency Department), presentado como una medida para modernizar el aparato estatal, es un concepto ambiguo y, a todas luces, un traje a medida para Musk. Oficialmente, su misión consiste en “reducir la buRRocracia despidiendo a un 20% de los buRRócratas administrativos y fomentar la innovación tecnológica”. En realidad, esta entidad opera como un canal para concentrar poder en manos privadas, disfrazando decisiones arbitrarias bajo el manto de la eficiencia.

El departamento se organiza como una estructura “externa” que escapa al escrutinio del Congreso, permitiendo a Musk actuar con libertad para dictar órdenes directas a los jefes de las agencias gubernamentales, a quienes también puede despedir si no cumplen sus expectativas. Esta configuración asegura que ninguna autoridad legislativa pueda interferir, consolidando así un bastión de poder personal bajo la apariencia de una institución gubernamental funcional.

La designación de Musk no es casual. El magnate ha construido su reputación como visionario, pero también ha demostrado una habilidad singular para transformar subvenciones públicas en fortunas privadas. Con Tesla, SpaceX y otras empresas, Musk ha recibido miles de millones en ayudas gubernamentales, mientras critica el intervencionismo estatal. En 2008, Tesla recibió un préstamo de 465 millones de dólares del Departamento de Energía de EE. UU. para el desarrollo de vehículos eléctricos. SpaceX, fundada con la idea de revolucionar la industria aeroespacial, ha asegurado contratos por más de 5.000 millones de dólares con la NASA desde 2012. A esto se suman otras subvenciones estatales y locales otorgadas a iniciativas como SolarCity, también de Musk, que han recibido cientos de millones para la instalación de sistemas de energía renovable.

Estas empresas han producido resultados mixtos. Tesla ha tenido éxitos notables, como el Model 3, un vehículo eléctrico con una demanda que supera su capacidad de producción. Sin embargo, los coches eléctricos presentan un desafío financiero importante: carecen de un mercado de segunda mano viable debido a la degradación progresiva de sus baterías, cuyo reemplazo representa cerca del 75% del precio total del vehículo. SpaceX, por su parte, ha revolucionado la industria aeroespacial con lanzamientos reutilizables, aunque no exento de riesgos y gastos colosales. SolarCity, en cambio, enfrentó problemas financieros significativos antes de ser absorbida por Tesla.

Esto plantea una pregunta crítica: ¿Sería Elon Musk el hombre más rico del mundo sin este apoyo gubernamental? Su fortuna inicial, tras la venta de PayPal, ascendía a unos pocos cientos de millones de dólares, una suma modesta dentro del universo de las grandes tecnologías. Ahora, con Trump al timón, Musk tiene la oportunidad de reescribir las reglas desde adentro.

Recordemos que, antes de que Donald Trump ganara las elecciones en 2016, la fortuna de Elon Musk se estimaba en aproximadamente 11.000 millones de dólares. Sin embargo, tras la segunda victoria de Trump en 2024, el valor de las acciones de Tesla y otras inversiones clave de Musk experimentaron un nuevo repunte significativo Todo el mundo sabe que, al ser parte «externa» del Gobierno, Musk disfrutará de ventajas exclusivas. Este chiringuito ha sido configurado de forma meticulosa para operar fuera del control del Congreso, asegurando así que ninguna autoridad legislativa pueda interferir en sus actividades. El truco es evidente: Musk actuará como un «asesor» con poder absoluto, despachando desde una oficina que dará órdenes directas a los jefes de las agencias gubernamentales, con la capacidad de despedir a quien considere inconveniente para «el jefe». Esta estructura convierte su posición en un bastión de poder personal disfrazado de colaboración gubernamental., consolidando su posición como el hombre más rico del mundo. Su fortuna, que se estimaba en alrededor de 180.000 millones de dólares antes de las elecciones, ha crecido exponencialmente, superando los 430.000 millones a fecha de la coronacion del hombre naranja, gracias a las expectativas de un entorno regulatorio favorable para sus empresas. Este ascenso refleja la dinámica de mercado influida por políticas pro-empresariales que fortalecen sectores como la tecnología y la energía renovable, donde Musk tiene un papel predominante. Este ascenso continuó gracias a las políticas favorables a los grandes empresarios implementadas durante el anterior mandato de Trump. Por otro lado, la fortuna personal de Donald Trump, que se estimaba en 3.700 millones de dólares al inicio de su presidencia, sufrió fluctuaciones considerables debido a sus controversias legales y decisiones empresariales, aunque ha mostrado una tendencia de recuperación reciente al capitalizar su base de seguidores y nuevas oportunidades de negocio. animalito, no?

El Teatro de la Eficiencia

Bajo el pretexto de la eficiencia, este nuevo chiringuito político podría abrir la puerta a:

  1. Privatización de servicios esenciales: Desde infraestructuras hasta servicios públicos, Musk podría orquestar un desmantelamiento sistemático en favor de sus propias empresas.
  2. Monopolio tecnológico: Con acceso directo a los recursos del Estado, podría consolidar su control sobre sectores estratégicos como el transporte y la energía.
  3. Opacidad en la gestión: La promesa de “menos burocracia” suele ir acompañada de menos transparencia y mayor concentración de poder.

La Historia Se Repite

La alianza Trump-Musk recuerda a otros momentos oscuros de la historia política, donde se utilizó la tecnología como herramienta de control más que de liberación. Con el poder político y empresarial concentrado en pocas manos, las decisiones que afecten a millones podrían tomarse en reuniones a puerta cerrada, mientras los ciudadanos quedan relegados al papel de espectadores.

Una Resistencia Necesaria

Es crucial que la opinión pública mantenga una vigilancia activa frente a este tipo de movimientos. Si bien la tecnología tiene el potencial de transformar positivamente nuestras sociedades, también puede ser usada para consolidar desigualdades y perpetuar sistemas injustos. La resistencia debe ser global, colectiva y organizada, porque lo que está en juego no es solo la eficiencia gubernamental, sino los principios democráticos que deberían sustentar cualquier gobierno.

El regreso de Trump y la llegada de Musk a esta nueva posición son un recordatorio de que, en política, nada es casualidad y todo responde a un cálculo minucioso. Aunque en los Estados Unidos los presidentes solo pueden ejercer dos mandatos, no existe ninguna prohibición legal para que dichos mandatos no sean consecutivos. La Enmienda 22 de la Constitución limita a dos los periodos presidenciales de una misma persona, pero no especifica que deban ser consecutivos. Esto permite que un expresidente, tras una pausa con otro mandatario en el poder, pueda volver a postularse y ser elegido de nuevo. En este contexto, el regreso de Trump como presidente reafirma cómo los vacíos legales pueden ser utilizados para concentrar poder. Estará en manos de los ciudadanos exigir cuentas y garantizar que los gobiernos trabajen para el pueblo, no para una élite empresarial.

Para quienes se hacen la misma pregunta que yo… Podra ser elegido de nuevo Trump en 2029?
La Enmienda 22 de la Constitución de los Estados Unidos establece que ninguna persona puede ser elegida para el cargo de presidente más de dos veces. Esto significa que, tras completar su segundo mandato no consecutivo, Donald Trump no podrá postularse nuevamente para la presidencia en 2028.

La Enmienda 22 fue ratificada en 1951, limitando a los presidentes a dos mandatos, ya sean consecutivos o no. Por lo tanto, aunque Trump haya servido sus mandatos de forma no consecutiva, ha alcanzado el límite constitucional permitido.

En la historia de Estados Unidos, solo Grover Cleveland ha servido dos mandatos no consecutivos, de 1885 a 1889 y de 1893 a 1897. Trump se convierte así en el segundo presidente en lograr esta distinción.

Es importante destacar que, independientemente de si los mandatos son consecutivos o no, la Constitución impide que cualquier persona sea elegida presidente más de dos veces. Por lo tanto, Donald Trump no podrá buscar un tercer mandato en 2028. Sin embargo, atendiendo a una de sus habituales bravuconadas, en la que afirmó que si volvía a ser elegido, los estadounidenses no tendrían que preocuparse por volver a votar, unido al intento de golpe de estado tras su pérdida en 2020, cabe preguntarse si podría desafiar las leyes existentes. La Enmienda 22 limita a dos los mandatos presidenciales, ya sean consecutivos o no, lo que teóricamente le impediría volver a presentarse en 2029. Sin embargo, no se pueden descartar intentos de reinterpretación constitucional o manipulaciones legales para perpetuarse en el poder, considerando el precedente de sus acciones pasadas. Recordemos que ahora Trump cuenta con una mayoría absoluta en ambas cámaras, algo que ha sucedido en contadas ocasiones en la historia de Estados Unidos. Con este control legislativo, podría impulsar una enmienda para modificar o incluso eliminar las limitaciones impuestas por la Enmienda 22. De lograrse, esto abriría la puerta a una presidencia indefinida, un escenario sin precedentes en la democracia estadounidense moderna. Las consecuencias de una medida de este calibre serían devastadoras para el equilibrio de poderes y podrían consolidar un sistema de poder autoritario disfrazado de democracia, eliminando el principal contrapeso al ejecutivo y erosionando las garantías democráticas. Un ejemplo cercano de una situación similar se dio en El Salvador, donde el presidente Nayib Bukele logró optar a un mandato adicional después de que su Tribunal Constitucional reinterpretara las leyes para permitirlo. Aunque los logros de Bukele, como la reducción drástica de la delincuencia, han sido destacados, su acción ha sido duramente criticada por abrir la puerta al autoritarismo. Sin ánimo de ser rimbombantes, comparar El Salvador con Estados Unidos resulta complejo; la acción de Bukele, pese a sus implicaciones, no tuvo un impacto global significativo. Sin embargo, trasladar una medida similar a los Estados Unidos, con su peso económico y político internacional, podría desencadenar una crisis institucional y afectar la estabilidad democrática global. La posibilidad de que Trump utilizara su control sobre ambas cámaras para modificar la Constitución representa un peligro real que no puede ser ignorado, y sus consecuencias podrían ser catastróficas no solo para la democracia estadounidense, sino también para el orden mundial. Aunque el presidente de Estados Unidos pueda parecer omnipotente, el sistema de contrapesos limita considerablemente su poder. Para una acción tan radical como modificar la Constitución, se necesitaría no solo el apoyo del Congreso (donde se requiere una mayoría de dos tercios en ambas cámaras), sino también la ratificación de al menos tres cuartas partes de los estados del país. Este proceso hace que una reforma de tal magnitud sea extremadamente difícil de llevar a cabo, incluso con una mayoría legislativa.

Además, el sistema estadounidense establece salvaguardas similares en otros aspectos clave, como el uso del arsenal nuclear. Aunque el presidente tiene la capacidad de iniciar la secuencia de lanzamiento, no puede completarla por sí solo. Al menos dos oficiales militares de alto rango deben autenticar la orden, y existen controles adicionales en la cadena de mando para evitar decisiones impulsivas o unilaterales. Esta red de protección asegura que decisiones de gran impacto global no puedan depender exclusivamente de una sola persona de color naranja, incluso si ocupa el cargo más alto del país.

Si, las imagenes han sido creadas con el propio Engine de Musk, al que se puede acceder GRATIX desde X.com (antes Twitter).

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